Llegó al hip-hop, ella misma lo confiesa, por pura casualidad, pero ahora
va a ser difícil que el movimiento urbano por excelencia pueda
prescindir de Anier, porque la rapera barcelonesa le está dando
brillantez, rotundidad, alevosía, atrevimiento, ruido y furia.
Anier defiende como nadie el territorio de la desolación emocional, la
confesión honesta y brutal, a verbo descubierto. Su palabra no se
esconde, se delata. Aúna rabia y emoción sintetizando, en frases directas
y cortantes, sentimientos personales y profundos. Anier sangra, pero no
precisamente por morderse los labios, si no por las dentelladas de sus
vocablos.
Es rápida y está cargada, como un arma automática de repetición, balas
donde nobleza obliga y emocionalidad manda, donde Anier se busca, se
encuentra, se pierde y se vuelve a buscar. Hija de las hijas del boulevard
de los sueños rotos, Anier ha firmado varias de las mejores canciones del
actual panorama hip-hop: “Fuego a tregua”, “Carnaza”, “Caballos dopados”,
“Escarlata”, “Siéntelo”, “Náufragos” u “Oasis”. Las vistas de sus
videos se van contando por millones en una trayectoria artístico-musical
que apenas llega a los tres años.